Las malvas han sido aprovechadas por el hombre desde antiguo al proporcionar remedios herbarios que alivian afecciones respiratorias, alergias, picaduras de insectos y trastornos digestivos.
Es una excelente idea conservar en el botiquín casero una pequeña provisión de malva seca para poder afrontar algunas afecciones corrientes con remedios plenamente naturales.
La forma más usual de tomar malva es en infusión, a la que aporta una tonalidad rojo oscura muy característica y un sabor ligeramente adulzado.
La malva es una poderosa y reputada planta medicinal, pero también es mucho más que eso. Es muy apreciada en jardinería, con la ventaja añadida de que precisa de pocos cuidados. La malva está también presente en cosmética y perfumería. Puedes encontrar productos que la integran, destinados especialmente a combatir picaduras de insectos, o bien para aplicar sobre eccemas y abscesos. Se incluye así mismo en la formulación de champús y lociones para el cabello, cremas de manos y cremas corporales, mascarillas faciales y, por supuesto, en repelentes de insectos.
Y la malva también se puede comer, no en vano es muy rica en vitaminas. Flores y brotes jóvenes de malva se incorporan crudos en ensaldas, picadas en sopas y cremas vegetales, y como adorno en diferentes guisos.
Como especia al Gin Tonic le da un toque especial.